La saga de la Tercera Hija y el alumbramiento del Aire.
Y todas las grandes cosas
Canto I
Los trabajos de la Fuerza
En el principio fue la Fuerza. Y en la Fuerza, moraba la Niebla, que era tan vieja como el mundo. Y era tenue y ligera, pero tambi茅n impaciente y turbulenta. Y en la Niebla, navegaban hordas de Cuerpos aletargados. Y los Cuerpos ten铆an forma de polvo, frio y menudo, pero eran f茅rtiles y albergaban en si el don de la posibilidad.
Y vio la Fuerza que la Niebla se extend铆a en la lejan铆a y se hac铆a cada vez m谩s sutil, y decidi贸 encerrarla para evitar su desaparici贸n. Y trabaj贸 duramente para atraparla. Y tras largo tiempo, la Niebla cay贸 en un pozo que la Fuerza hab铆a creado para ella. Y al caer lanz贸 un aullido terrible cuyos ecos alcanzaron el futuro.
Y de este aullido naci贸 la Luz, porque as铆 lo quiso la Fuerza.
Canto II
Los trabajos de la Luz
La Luz era poderosa y terrible, porque la Fuerza habitaba en ella. Y la legi贸n de Cuerpos que antes navegaban en la Niebla, desfilaban ahora por los campos de la Luz. Y era la propia Luz quien dictaba sus movimientos.
Y eran tantos que en su traves铆a los Cuerpos tropezaban unos con otros. Y se golpeaban y demol铆an con gran estruendo. Y los peque帽os eran capturados por otros m谩s grandes. Y fue esta una espantosa contienda.
Cuando al fin la lucha ces贸, en el campo de batalla no quedaban apenas Cuerpos pues casi todos estaban ya unidos en unos pocos, descomunales y majestuosos.
Y fue as铆 como en esta guerra terrible se alumbraron los Hijos de la Luz, gigantes nacidos de la uni贸n de los Cuerpos, porque as铆 lo quiso la Fuerza.
Canto III
La Tercera Hija
De entre los hijos de la Luz, que fueron nueve, la Tercera Hija era peque帽a y fragil y estaba a煤n maltrecha por la batalla. Y muchas eras habr铆an de pasar antes de que su 铆mpetu se enfriase y sus heridas se cerraran. Y en ese tiempo fue que, de las cicatrices de la Tercera Hija y de su enojo naci贸 una Bruma. Una Bruma ligera y generosa, pues era nieta de la Niebla. Y esta Bruma qued贸 atrapada a su alrededor y la cubri贸 por completo, pues la Fuerza tambi茅n habitaba en la Tercera Hija.
Y durante incontables a帽os, la Bruma protegi贸 a la Tercera Hija y le sirvi贸 de amparo, porque as铆 lo quiso la Fuerza.
Canto IV
La Contienda de los Gigantes
El Quinto hijo y el Sexto nacieron como enormes gigantes tras la Batalla de los Cuerpos. Y en la paz, no encontraron la calma, envidiosos como estaban de su tama帽o el uno del otro.
Por ello su lucha continu贸. Y tal era su furia que sus embates arrancaron trozos de hielo de las lejanas monta帽as del fin del mundo.
Y estos hielos cayeron hacia la Luz golpeando en su caida a sus hermanos mas peque帽os. Y durante incontables eras, terribles tormentas de hielo llovieron sobre la Tercera Hija. Y el hielo se iluminaba al caer en la Bruma que la rodeaba.
Tantas monta帽as de hielo llovieron sobre ella y tan cerca estaba ella de la Luz que el hielo se torn贸 Oc茅ano. Y las tierras se volvieron agua negra y profunda que cubrieron por completo a la Tercera Hija. Y la Bruma, que la proteg铆a, no dej贸 que las aguas se escaparan de ella. Porque as铆 lo quiso la Fuerza.
Canto V
El Oc茅ano, que anegaba a la Tercera Hija, fue turbado por la Luz, la Fuerza y la Bruma. Y 茅ste, se revolvi贸 inquieto. Y su enojo despert贸 a los Cuerpos que habitaban en los abismos. Y los Cuerpos invadieron las aguas negras y navegaron a trav茅s del Oc茅ano como ya hab铆an hecho en la Niebla, cuando la Luz a煤n no hab铆a nacido.
As铆, las aguas del Oc茅ano reanimaron en los Cuerpos el recuerdo de sus dones infinitos. Y los Cuerpos comenzaron a unirse una vez mas, pero estas uniones eran extra帽as y nunca vistas. Y la Fuerza observ贸 estas uniones y las consinti贸. Y de su bendici贸n naci贸 W芒ljei.
Y W芒ljei estaba viva, pues los Cuerpos, ten铆an en s铆 ese don. Un don que a煤n recordaban. Porque as铆 lo quiso la Fuerza.